Acciari se despidió ayer en un emotivo y sencillo acto, en el que compareció visiblemente emocionado por momentos. Se explicó todo lo bien que le permitieron algunos accesos de sollozos y terminó tranquilizando a la afición, diciendo que se retira feliz y donde quiere.
Pese a ello, fue una despedida insuficiente, organizada deprisa y corriendo, en un horario que imposibilitaba la asistencia de una gran mayoria de aficionados que se quedaron con las ganas de despedirse del último emblema grana.
El argentino, que en su día dijo "con el Murcia me da igual jugar en Primera o en Tercera", y lo cumplió al pie de la letra, que tras la penúltima temporada del club en Primera tuvo la oportunidad de marcharse al RCD de La Coruña, que por entonces competía en Europa, pero que decidió acatar la decisión del club de no venderle sin decir una palabra más alta que otra, merecía más, mucho más. Espero que pronto, en el primer partido de Liga del Real Murcia o del Imperial, lo tenga.
Se va pero deja su legado. Un legado de alegrías y tristezas, marcado por la idiosincrasia de este club, que rara vez conoce dos alegrías seguidas, pero en las que el argentino siempre dio la cara. Y es que hablar de Acciari es hacerlo de pundonor, de raza, de carácter. De callar y seguir jugando cuando el dolor ahogaba la razón, valga como ejemplo el partido que el Real Murcia jugó como visitante en La Condomina, ante el Ciudad de Murcia, con los rojinegros en la lucha por el ascenso y los pimentoneros intentando eludir el descenso de categoría. Lo disputó con una grave lesión en la rodilla buena parte de los 90 minutos. Aquella lesión le lastró y supuso su exilio, forzadamente temporal al querer las dos partes el regreso.
En fin, como todo, la bonita historia de un humilde futbolista de San Miguel en Murcia se acabó. Ahora la vida sigue, y el Real Murcia afortunadamente también. Han salido muchos antes y saldrán otros después. Pero es de justicia decir que ninguno, ni siquiera Richi o Juanma, dejó un vacio tan grande en los 20 años que llevo siguiendo a este club. Tendremos la suerte de llenarlo mientras dirige, de momento, al Imperial.