Martes, 02 Septiembre 2014
  • OBITUARIO / Una historia curiosa

Fallece el ex grana Serapio Saura

GDM


Conoce la entrañable historia de este portero de Espinardo que nos cuenta Juan Antonio Garre.

El 24 de agosto de 2014 falleció, a los 92 años, Serapio Saura, quien tras la muerte de Juanete fue durante dos semanas el jugador de más edad que había militado en el Real Murcia. La historia del fichaje de Saura por el Real Murcia es digna de un guión cinematográfico. En esta ocasión, como ocurre tantas veces, la realidad termina superando a la ficción.

 

Saura se fue sin hacer ruido. Como siempre. Nunca pisó La Nueva Condomina. Nadie lo invitó a la cena del Centenario, a la que asistieron los jugadores más veteranos de la historia del club. Ningún medio de comunicación publicó la noticia de su defunción, a diferencia de la de otros ex jugadores murcianistas como Luis Valle y Juanete que, al igual que Saura, fallecieron el pasado mes de agosto.

 

Serapio Saura residía en una modesta casa de Espinardo. Una vivienda sobre la que este carpintero de profesión, afirmaba que había pagado con el dinero que había ganado jugando al fútbol en los años 40 y principios de los 50. En el salón lo que más llamaba la atención era la enorme fotografía enmarcada de la formación del Real Murcia que el 14 de noviembre de 1943 jugó en el campo de Bardín ante el Hércules. Ahí lucía, orgulloso, aquel portero de enorme planta.

 

Hace poco más de dos años tuve la oportunidad de entrevistar a Serapio Saura para el que será el III Tomo de la Historia del Real Murcia. Serapio poseía un estado de salud envidiable para su edad y, sobre todo, una memoria privilegiada. Todos sus recuerdos coincidían plenamente con los datos que aparecían en la prensa. “Debuté en Ceuta” (26-10-1943)…”El día del Baracaldo ganamos 7-1” “Ante el Hércules me metieron un gol de mala suerte en un tiro que dio en el larguero y me rebotó en la espalda, pero luego paré un penalti”.

 

A aquella cita me acompañó mi buen amigo Pedro García, quien le entregó varios recuerdos, entre ellos un pin del Real Murcia de Veteranos, que Serapio inmediatamente se puso en la solapa. “Yo siempre he sido muy del Real Murcia” decía con voz firme. “No me pierdo ni un partido en la tele”. Cada vez que Serapio se refería al Real Murcia utilizaba la primera persona del plural.

 

¿Cómo llegó Serapio Saura al Real Murcia? De un modo que hoy en día sería inconcebible. A los 22 años jugaba en el Espinardo, un equipo que por aquel entonces ni siquiera estaba federado, y que, de cuando en cuando, concertaba partidos contra otros clubes de poblaciones cercanas. A principios de octubre de 1943 se desbordó la rambla de Espinardo, lo que produjo cuantiosos daños materiales en la población. Varias personas relevantes de la entonces pedanía, que mantenían una buena relación con miembros de la junta directiva del Real Murcia, se pusieron en contacto con ellos para organizar un partido amistoso entre ambos equipos, con el fin de recaudar fondos para ayudar a las familias afectadas. El encuentro se disputó el 12 de octubre de 1943 en una explanada situada junto al Campo del Tiro Nacional que hacía las veces de improvisado campo de fútbol.

 

Aquel año el Real Murcia militaba en Segunda División y tenía un objetivo muy claro: el ascenso. La junta directiva presidida por Agustín Virgili no había escatimado en gastos para formar una plantilla compuesta por jugadores de mucha calidad, algunos de ellos con experiencia en Primera División.

 

Como era de esperar el partido amistoso finalizó con victoria del Real Murcia. El equipo grana ganó por 2-4, pero delante tuvieron a un portero que fue coloso. Un zagal inexperto que impresionó a Antonio Bonet, entrenador del Real Murcia. Serapio recordaba aquel encuentro con una gran nostalgia “Paré dos penaltis. Ellos tuvieron muchas ocasiones, pero yo estaba crecido y les costó mucho trabajo marcar. Al terminar el partido Bonet preguntó a los directivos que si yo siempre jugaba igual y le dijeron que sí”. Nada hacía presagiar lo que ocurriría dos semanas más tarde.

 

El destino, tantas veces caprichoso, quiso que el domingo siguiente, Pedrín, portero titular del Real Murcia, se lesionara en el partido ante el entonces denominado Real Gijón. Como quiera que Bonet no tenía mucha confianza en Rentero, el portero suplente, pensó que aquel zagal de Espinardo que jamás había jugado al fútbol en un club federado podía ser la solución. Serapio recibió una noticia que nunca hubiera esperado.

 

“Serapio, me han dicho que Bonet quiere que vayas a hacer una prueba con el Murcia”

 

“¿yo?”

 

“Sí, que vayas mañana a La Condomina. Se ha lesionado Pedrín, y Bonet quiere verte entrenar. El otro día cuando terminó el partido no paraba de preguntar por ti”

 

Bastaron tres sesiones de entrenamiento para que Antonio Bonet confirmara su impresión inicial y se quedara prendado de aquel portero de quien la prensa de la época destacaba sus reflejos excepcionales y los enormes golpes que se daba contra el suelo cuando trataba de despejar un balón. Así que el entrenador murcianista pidió la junta directiva que diligenciara la licencia federativa porque sería titular en Ceuta. Serapio recordaba cómo fue la presentación entre entrenador y jugador, instantes después de que éste aparcara su bicicleta en la entrada de La Condomina.

 

* “¿Cómo se llama usted?”

 

* “Serapio Saura Ruiz, pero me conocen por mi nombre. Siempre he sido Serapio”

 

* “Pues a partir de ahora su nombre deportivo va a ser Saura”

 

A nivel personal el debut fue muy positivo. Serapio fue el mejor del Real Murcia. No es una opinión del propio ex portero, (que lo único que comentó sobre este partido fue que se lesionó en una pierna nada más empezar y que jugó casi todo el partido mermado por una ligera cojera) La prensa norteafricana fue la que elogió su actuación. Ganó el Ceuta por 5-1, aunque en descargo del Real Murcia hay que comentar que desde el minuto 12 actuó con un hombre menos, y desde el minuto 65 con sólo nueve efectivos. La crónica de Hoja del Lunes enviada por un redactor ceutí afirmaba que del Real Murcia “sólo destacó Saura, a pesar de los cinco tantos encajados, pues tuvo que entrar en juego constantemente a causa de cómo se desenvolvía el resto del equipo”.

 

Saura le contó la historia de su debut a sus paisanos. Algunos ni siquiera le creyeron ¿Cómo era posible que un zagal que dos semanas antes jugaba pachangas entre amigos hubiera debutado como portero en Segunda División defendiendo los colores del mejor club de la provincia? Serapio les pedía que leyeran la prensa, pero seguían sin creerle “A ti siempre te llaman Serapio. Ese es otro Saura” decían los más escépticos.

 

Sea como fuere, la semana siguiente cientos de espinarderos acudieron a La Condomina a presenciar el partido ante el Baracaldo. Algunos de ellos se frotaron los ojos cuando comprobaron que era verdad que su paisano era el portero titular del Real Murcia. El equipo grana ganó al Baracaldo por 7-1. Saura lamentaba que seguía resintiéndose de su lesión, “jugué infiltrado” decía con resignación. Hoja del Lunes destacó “las tres paradas magníficas de Saura” en la primera parte.

 

La semana siguiente defendió la portería del Real Murcia ante el Hércules en Bardín. Los locales ganaron por 2-0. Respecto a la actuación personal de Saura fue un día con sabor agridulce. Nada más iniciarse el partido encajó un gol muy extraño tras despejar con el puño un balón que dio en el larguero y le rebotó en la espalda antes de entrar en la portería. Poco después detuvo un penalti lanzado por el canario Perdomo, un jugador con experiencia en Primera División.

 

Y ya no pudo más. Serapio confesó que tras el encuentro de Bardín salió del campo completamente cojo. “Me volvieron a infiltrar. Me llevé varios golpes y tuve mucho dolor. Antes los jugadores eran mucho más violentos que ahora y no se respetaba a los porteros. Yo hubiera querido jugar el siguiente partido, pero ya no podía más”. Paralelamente Pedrín estaba prácticamente recuperado de su percance, así que la junta directiva estimó conveniente que regresara a la titularidad.

 

La lesión de Saura fue más seria de lo previsto. Tuvieron que pasar casi dos meses para que el guardameta de Espinardo se restableciera completamente de sus dolencias que se habían ido agravando por su empeño de jugar infiltrado. Como el Real Murcia no disponía de un portero suplente de garantías y se temía que Pedrín pudiera resentirse de sus molestias, la directiva murcianista agilizó el fichaje del alicantino Marín, quien se destapó como un gran guardameta, hasta el punto de que posteriormente haría carrera en el Real Madrid. Saura se recuperó de su lesión en el mes de enero. Tras volver a los entrenamientos se encontró con dos porteros expertos que le cerraban el paso. El espinardero necesitaba jugar, así que pasó a las filas del equipo amateur. Ya no volvería a defender la portería del Real Murcia en un partido oficial, aunque fue requerido en varias ocasiones por Antonio Bonet para participar en encuentros amistosos.

 

Al término de aquella temporada el Real Murcia logró el objetivo del ascenso. Los técnicos consideraron conveniente fichar a un portero curtido en Primera División. Llegó Trias, un guardameta al que avalaban sus cinco años de experiencia en la máxima categoría. Asimismo se le ofreció la renovación a Marín. La opinión generalizada era que un portero tan inexperto como Saura no tenía sitio en la plantilla, así que causó baja en el Real Murcia y fichó por el Imperial, pero aún tuvo la oportunidad de participar en momentos que serían históricos para el fútbol murciano, como la primera victoria de un club de la provincia (el Imperial) en Tenerife, en un partido de la fase de ascenso a Segunda División. El mayor recuerdo de Serapio sobre este enfrentamiento fue el viaje de avión, que según sus palabras distó mucho de ser tranquilo.

 

De su paso por el Imperial contó una curiosa anécdota.

 

“Un día jugábamos en Cartagena. Yo sabía que a la salida del túnel de vestuarios se ponía un tipo, que desde arriba y con medio cuerpo suspendido en el aire, intentaba golpear a los jugadores visitantes con una caña en la cabeza, así que estuve rápido y agarré la caña. El individuo empezó a quejarse…”

 

“Suelta la caña, ¡que me tiras!”

 

“Yo no voy a soltarla. Suéltala tú”

 

“¡Que me tiras!”

 

“Pues será culpa tuya”

 

“Por mis narices que ese soltaba la caña. Y la soltó. Si hubiera pegado un tirón fuerte el tipo se hubiera caído desde la grada al suelo y eran más de tres metros, así que se hubiera pegado un buen porrazo. Me quedé con muchas ganas, porque a cualquiera le podía haber clavado la caña en un ojo. Pero claro, si tiro a ese al suelo, imagínate la tarde que me hubieran dado. Y en aquellos años cuando jugabas fuera no se podía enfadar a los aficionados. A las malas te podían tirar piedras o incluso pegarte, aunque hubiera policía.”

 

Se nos ha ido Serapio Saura Ruiz. Aquel zagal de Espinardo que hizo realidad el sueño de cualquier niño murcianista de pasar de jugar pachangas entre amigos, a ser titular en Segunda División con el equipo más importante de su tierra. Aquel zagal que, aún medio cojo, defendió la portería del Real Murcia durante tres partidos, hasta que ya no podía casi ni andar. Descanse en paz.

 

Me permito la licencia de pedir a quien corresponda, que el próximo domingo el Real Murcia guarde un minuto de silencio para homenajear a un jugador que forma parte de la historia del club por su papel activo en el segundo ascenso a Primera División.


Autor: Juan Antonio Garre - @JAGarreHist
Fotografia: GDM - @GoldelMurcia

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