Gol del Murcia

- Vete. Esta tierra está maldita (…) Creo que estás más ciego que yo.

-¿Quién dijo eso? ¿Gary Cooper, James Stewart, Henry Fonda?

- No, Totó. Eso no lo dijo nadie. Esto lo digo yo. La vida no es como la has visto en el cine.

Sé que lo hice antes, pero en mi cabeza la primera vez que fui a La Condomina fue en febrero del año 1997, frente a la UD Atlético Gramanet. Entonces solo tenía 6 años, casi 7, y mi memoria se ha quedado anclada en esa fecha.

Acudí con mi padre, me compró mi primera bufanda –que todavía conservo- y nos sentamos en el ardiente cemento de la Grada Lateral. Concretamente en el córner más cercano al viejo marcador, el que colindaba con el Fondo Sur. Recuerdo, también, que en aquel equipo jugaba Curro Torres. Y que sus dos centrales, cuyos nombres desconozco, eran dos moles calvas y cercanas al 1,90. Contundentes, infranqueables y limitados con el balón en los pies. Buenos centrales de Segunda B, de los que hoy echamos de menos. Perdimos 0-1. El Real Murcia de Masegosa, Jurado, Trujillo o Sigüenza, que finalizó décimo tercero en el Grupo III de Segunda División B, era uno de los más flojos de la historia del club. Recuerdo a mi padre, como tantas otras veces, recordándome que ese no era el lugar del Real Murcia. Contándome historias de 'Tito' Pazos, Vera Palmes, Cristo o Echecopar; de Tendillo, Guina, Manolo o Figueroa. Yo escuchaba embelesado, soñando con vivir algún día todas esas cosas en La Condomina. No, el Real Murcia no era aquello. Era algo mucho más grande, la historia lo decía, y pronto saldríamos de ahí para no volver.

En el 2017, más de 20 años después, mi cabeza volvió a aquella tarde. Al partido frente a la Gramenet, cuando deambulábamos por la mitad baja de la tabla de Segunda B. Algo que era circunstancial, que nunca volvería a pasar. Pero la vida, en ese aspecto, no ha sido como me la contó mi padre. El Real Murcia no ha vuelto a ser lo que fue, y sí ha regresado a ese lugar que no le corresponde.

El agrio debut de Salmerón

José María Salmerón debutaba como entrenador en San Fernando con una papeleta muy difícil de defender. Con varios de sus mejores jugadores en la enfermería y una plantilla falta de confianza, la victoria se antojaba una quimera. El desarrollo de los acontecimientos, sin embargo, hizo todavía más dolorosa la derrota.

Como si de una pesadilla se tratase, el partido siguió el desastroso guión de la última salida, frente al Córdoba B. Los goles de Chris y Carri encarrilaron el partido para los gaditanos en la primera mitad, pero el Real Murcia supo sacar un ramalazo de orgullo para empatar mediante los tantos de Elady y Salva Chamorro. Fue, de nuevo, una alegría efímera. Ramos, tras una falta lateral, puso el 3-2 definitivo para el equipo local.

Como a la cabina del Cinema Paradiso

A la conclusión del partido, mientras recordaba aquel recuerdo primigenio de mi murcianismo, me dolió casi tanto como la derrota el ánimo del murcianismo. Gente que lo daría todo por este escudo totalmente abatida, sin fuerzas, vacía. Casi indiferente por ese Día de la Marmota en el que parece haberse convertido la vida del Real Murcia.

Este artículo arranca con un diálogo de la película Cinema Paradiso. A esos, los que hoy no ven un futuro halagüeño, los que no son capaces de pensar en esta situación como algo circunstancial que nunca volverá a pasar, solo les puedo animar a seguir amando al club con la misma ilusión que cuando eran unos niños. Como Totó amaba la cabina del Paradiso.