Sueldos de más de 6.000 euros mensuales y primas de todo tipo. La gestión despilfarradora del anterior consejo de administración ha sumido al club en una deuda considerable. La plantilla confeccionada por el albaceteño Deseado Flores se hilvanó con precios fuera de mercado y ahora en la disciplina murcianista se necesita casi un millón de euros para dejar a cero la temporada 2017/2018. A pesar de la gran inversión realizada, el equipo no acabó campeón y tampoco consiguió el ascenso de categoría.
En el Real Murcia, sea quien sea el dueño, se tiene claro que hay que resolver esos contratos para que los gastos del club no superen a los ingresos y se engorde la deuda. Por eso se les ha abierto la puerta de salida a los jugadores que tienen contratos altos si encuentran acomodo en otro club que les ofrezca un contrato de su gusto. Futbolistas como Biel Ribas, Forniés y Orfila están siendo tentados por clubes de Segunda División y por los más potentes de la Segunda B.
Deseado Flores y compañía mantenían que tenían un proyecto pero la realidad es que no lo había, era un plan kamikaze. En octubre ya no había dinero en la cuenta del club y empezaron todos los problemas. Raúl Moro tuvo que dejar la presidencia y abrir paso a nuevos gestores que dotaran a la casi centenaria entidad de liquidez. Además la contabilidad del club ofrece muchas dudas que se tendrán que resolver en las juntas de accionistas futuras. Se trata de una gestión irresponsable plagada de irregularidades mercantiles que podrían llevar a los juzgados a los anteriores directivos.