Domingo, 03 Agosto 2014
  • Gracias a Ramón Ángel Cremades

Aquel 6 de agosto de 1930 en el que Real Murcia evitó su muerte

GDM


El club, a lo largo de su casi centenaria historia, ha atravesado etapas que han estado marcadas por la crisis, pero con un denominador común: el Real Murcia siempre ha salido hacia adelante.

El murcianismo vive un momento de profunda inquietud y de gran preocupación ante la incertidumbre por el futuro inmediato de la entidad. 

Tal vez sea el momento adecuado para conocer como Ramón Ángel Cremades consiguió evitar la desaparición del Real Murcia en el verano de 1930. El objetivo se consumó un miércoles día 6 de agosto, la misma fecha en la que ahora, 84 años después, está convocado todo el murcianismo para lograr un único objetivo: mantener viva la llama de este club histórico.

 

De no ser por el trabajo que realizó Ramón Ángel Cremades en aquel verano, hoy el equipo de fútbol más representativo de Murcia tendría otra denominación, otro escudo y (tal vez) otro uniforme. Ramón Ángel Cremades hizo lo imposible para legar el sentimiento del murcianismo a las futuras generaciones. Gracias a él hoy existe el Real Murcia y ese hermoso escudo triangular que se ha convertido en mucho más que un sentimiento para varias generaciones de murcianos. Han pasado 84 años desde aquel verano y ahora corresponde a los actuales murcianistas hacer lo imposible para legar este sentimiento a las futuras generaciones.

 

El Real Murcia ha sido un club netamente murciano desde su origen. El FC Barcelona lo fundó un suizo, el Real Madrid fue fundado por dos catalanes y el Real Murcia, por un médico nacido en el corazón del barrio de Santa Eulalia, Ramón Ángel Cremades. El doctor Ángel Cremades no sólo creó un sentimiento, sino que también lo arraigó. En su primer año de vida, el Real Murcia ya ganó un título. En 1923, con el club plenamente consolidado, Ramón Ángel abandonó la presidencia del Real Murcia, pero siempre estuvo atento a la trayectoria del club, y dispuesto a colaborar cuando fuera necesaria su presencia.

 

A finales de la década de 1920 el Real Murcia se vio envuelto en una profunda crisis económica. Los dirigentes del club se vieron agobiados por una deuda creciente motivada por el importante gasto que suponía hacer frente a los honorarios de una plantilla de jugadores profesionales y por los enormes gastos que ocasionaban los pesados desplazamientos al norte de España.

 

El 22 de junio de 1930, el Real Murcia eligió una nueva junta directiva bajo la presidencia de José María Reyes Ramírez. Nada más tomar posesión del cargo, la directiva, cuyos miembros eran conscientes de la delicadísima situación económica por la que atravesaba la entidad, se quedó sin el apoyo de varios directivos salientes que se habían comprometido a seguir colaborando con el sostenimiento económico del club. Por otra parte, la afición mostró su descontento en el partido amistoso que se celebró ante el Real Madrid el 29 de junio por la incertidumbre con la que se abría esta nueva etapa. A principios de julio la junta directiva dimitió en bloque. Posteriormente se convocaron diversas reuniones para buscar alguna solución, pero la opinión generalizada era que la deuda era insostenible y que la supervivencia del club era imposible. Los aficionados se resignaban a ver desaparecer al Real Murcia, ante la desidia de unos y la impotencia de otros.

 

El mes de julio transcurrió sin que se produjeran novedades. Mientras que el Real Murcia agonizaba, buena parte de los antiguos directivos del club descansaban en sus residencias de vacaciones. La situación parecía irreversible, hasta que a finales de julio, Ramón Ángel Cremades tomó la iniciativa de hacer lo que estuviera en su mano para evitar la desaparición del Real Murcia. El objetivo era trazar un plan para aplazar o disminuir la deuda. A partir de ese momento inició una carrera contrarreloj, en la que el doctor Ángel contó con la inestimable colaboración de José Iniesta Eslava, Antonio Rubio Hernández y Nicolás Ortega Lorca.

 

Ramón Ángel y sus colaboradores necesitaban ayuda. Los tres visitaron casa por casa a numerosas personas con el fin de convencerlos, bien para que formaran parte de la nueva junta directiva, bien para que colaboraran económicamente con el club, o bien para que accedieran a aplazar, o a reducir la deuda que el club tenía contraída con ellos.

 

A finales de julio y principios de agosto se produjeron los contactos, no sólo con personas residentes en la ciudad; también se desplazaron a poblaciones cercanas. Su capacidad de persuasión encontró una respuesta positiva por parte de empresarios de Espinardo, El Palmar, Churra y Alcantarilla. El doctor Ángel contó con el inconveniente añadido de que muchos de los potenciales colaboradores se encontraban de vacaciones. Por este motivo el domingo 3 de agosto, el fundador del Real Murcia y sus colaboradores se desplazaron hacia la costa y recorrieron los lugares de veraneo habituales de los murcianos de aquella época (Santiago de la Ribera, San Pedro del Pinatar y Torrevieja) para conseguir los apoyos necesarios que aseguraran la supervivencia del Real Murcia.

 

Con más o menos esfuerzo, Ramón Ángel arrancó la promesa de un amplio sector de murcianos, quienes se comprometieron a interrumpir sus vacaciones para asistir a una asamblea extraordinaria que tendría lugar el miércoles 6 de agosto en el Teatro Circo Villar. No había tiempo que perder.

 

La reunión fue todo un éxito de asistencia. Ramón Ángel realizó una amplia disertación en la que expuso una fórmula para amortizar la deuda del club a medio plazo. La mayoría de los presentes comprendieron que el plan era viable y ofrecieron su colaboración para garantizar la supervivencia del club. Cada uno hizo lo que estuvo de su parte; unos aplazaron la deuda que el club mantenía con ellos (e incluso hubo quien las perdonó en parte, o en su totalidad); otros se comprometieron a colaborar económicamente para afrontar los pagos más urgentes; otros se ofrecieron para trabajar en beneficio del club para ayudar en aquello en que fuera necesario. Finalmente se constituyó una nueva junta directiva presidida por Luis Pardo Fernández, el artífice de la construcción de La Condomina, y en la que el propio Ramón Ángel Cremades figuraba como vicepresidente.

 

El fundador del Real Murcia había conseguido salvar al club 10 años después de haberlo creado. El 5 de agosto de 1930 Nicolas Ortega Lorca agradecía en las páginas de El Tiempo la labor desinteresada de Ramón Ángel… “gratitud imperecedera hemos de guardar a quienes han gestionado la solución, de modo especial al Dr. Ramón Ángel, así como a los que han permitido que aquella pudiera ser factible”.

 

Dos días más tarde el mismo periodista se congratulaba por el éxito que había tenido la reunión. “Ya ha tenido solución la cuestión deportiva murciana. El Real Murcia volverá a surgir potente sobre el césped de La Condomina. Alegrémonos todos y tengamos por lo menos unas frases de gratitud para quienes han dado cima a la empresa. Como testigo de lo actuado no me oculto para decir que han sido para nosotros de angustiosa intranquilidad los días que han precedido al domingo, fecha histórica para el fútbol murciano…don Ramón Ángel, con un interés digno de las mayores alabanzas y un entusiasmo grandioso se dedicó a buscar fórmulas que aseguraran la continuación de vida en el Real Murcia y como buen médico salvó al enfermo que estaba amenazado de muerte”.

 

El agradecimiento de la prensa murciana a Ramón Ángel también quedó reflejado en las páginas de La Verdad “La actuación de Ramón Ángel es merecedora de un homenaje y en los comienzos de la temporada debe éste llevarse a cabo para demostrar que la afición murciana sabe agradecer a sus benefactores, pues en este caso a no ser por su intervención el Real Murcia hubiera ido a una muerte segura….hemos de poner de manifiesto el admirable esfuerzo de este gran deportista, con el que todo buen aficionado murciano tiene pendiente una deuda de gratitud”.

 

El plan ideado por Ramón Ángel Cremades fue un éxito. El club logró, poco a poco, solventar la crisis que le llevó al borde de la desaparición. Gracias a su trabajo el Real Murcia pudo tomar parte en el Campeonato Regional de la temporada 1930-1931 (y ganarlo). Sería la última alegría deportiva del fundador del Real Murcia. El sábado 13 de diciembre de 1930 acudió a una tertulia en la que brindó por los éxitos futuros del Real Murcia. Al día siguiente cayó enfermo. El desenlace fue muy rápido. Ramón Ángel Cremades falleció el 18 de diciembre de 1930, a los 50 años de edad, a consecuencia de una pulmonía. El fundador del Real Murcia se marchó con la satisfacción personal de haber legado un sentimiento a las futuras generaciones.

 

El murcianismo le rindió un homenaje muy emotivo. El 6 de diciembre de 1931 se descubrió en La Condomina una lápida en su honor. La lápida en la que aparecía la efigie de Ramón Ángel y unas alegorías deportivas decía textualmente “A Ramón Ángel Cremades. La afición deportiva de Murcia. MXMXXXI”.

 

Después de sucesivas reformas en el perímetro de la instalación, la placa quedó enterrada y cayó en el olvido tras ser ocultada por una valla de publicidad. A finales del año 2011, el historiador Pedro García halló el lugar en el que estaba oculta y, con la inestimable colaboración de varios representantes de la FEPEMUR, pudo rescatarla para que pueda ser contemplada por las futuras generaciones. En cierto modo, la placa de homenaje a Ramón Ángel tuvo un simbolismo similar al busto de Pichichi, tan popular entre los seguidores del Athletic de Bilbao.

 

El miércoles 6 de agosto de 1930 los murcianistas de corazón, comandados por Ramón Ángel Cremades, realizaron un esfuerzo ímprobo para lograr la supervivencia del club. Lo consiguieron.

 

El miércoles 6 de agosto de 2014 los murcianistas de corazón tenemos una cita ineludible a las 20:30 en el Palacio de San Esteban. Como hace 84 años está en juego la supervivencia del club. Lo conseguiremos.


Autor: Juan Antonio Garre - @JAGarreHist
Fotografia: GDM - @GoldelMurcia

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