Quizá se trate de un caso único del fútbol mundial. Un futbolista que hizo de modelo para una imagen de Jesucristo. Pues es el caso de Julio, un delantero del Real Murcia que hizo historia en los años treinta y cuarenta, marcando más de 100 goles con la camiseta pimentonera. Este jugador fue el máximo goleador en competiciones oficiales del club y aún nadie ha podido superarle. En Liga solamente el 'Toro' Aquino le supera en goles marcados, el argentino marcó 68 tanto y Julio 65.
Después de la Guerra Civil el escultor Juan Moreno González, natural de Aljucer, pidió al atacante murcianista que posara como modelo para esculpir el Cristo del paso del Santo Entierro de la Real y Muy Ilustre Cofradía del Santo Sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo. Esta imagen desfila en todos los viernes santos de la Semana Santa de Murcia: "En pleno invierno me hacía posar casi desnudo en la Iglesia de San Juan, pasé un helor terrible. Juan me daba tabaco y coñac para pasar el frío", contó Julio a la prensa de la época en una entrevista.
Julio nació en Barcelona y su infancia transcurrió entre Cádiz y Ceuta. Su familia era originaria de Cieza. Los sacerdotes agustinos de Ceuta le enseñaron a jugar al fútbol. El delantero jugó en equipos de Tánger y Ceuta. Julio volvió a Cieza en 1924, en seguida destacó y el Real Murcia lo acabó fichando en el verano de 1925. Tras conseguir el ascenso a Primera División con el club de La Condomina fue abandonando la práctica del fútbol, colgó las botas en el Imperial, fue árbitro (llegó a pitar en Segunda División), trabajó como funcionario y murió siendo directivo murcianista. Como jugador hizo historia con el Real Murcia al marcar 107 goles en 222 partidos de competiciones oficiales, estuvo a punto de ser internacional con España y fue todo un ídolo para la afición murcianista. A Julio le encantaba el whiskey y la hueva de mujol.
Así que ya saben murcianistas, el Viernes Santo tiene un toque murcianista y hubo jugador, don Julio González Bernabéu, realmente DIVINO y no solo por sus más de 100 goles. Ya tienen una anécdota que contar, con orgullo grana, cuando vean la procesión.
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